viernes, 23 de octubre de 2009

BLUR












































































































































































Blur es un grupo de rock alternativo formado en 1989 en Colchester. La banda está integrada por el vocalista / teclista Damon Albarn, el guitarrista / vocalista Graham Coxon, el bajista Alex James y el baterista Dave Rowntree. El grupo se convirtió en una de las bandas más grandes en el Reino Unido durante el movimiento Britpop de mediados de la década de 1990.
Las influencias originales de Blur están en su álbum debut, Leisure, incluyendo tendencias de Rock alternativo británico contemporáneo tales como Madchester y Shoegazing. Después de un cambio de estilo a mediados de 1990, bajo la influencia de grupos de guitarra ingleses como The Kinks, The Beatles, y XTC, la banda lanzó Modern Life Is Rubbish, Parklife y The Great Escape. Como resultado, la banda ayudó a popularizar el género Britpop y logró una masiva popularidad en el Reino Unido, con la ayuda de un famoso cuadro de batalla con sus rivales Britpop Oasis.
En la década de 1990, con el lanzamiento de su quinto álbum, Blur, la banda sufrió otra reinvención, influenciado por el indie-rock y el estilo lo-fi estadounidense de bandas como Pavement y R.E.M., en el proceso de obtener un difícil éxito Americano con el single "Song 2". En el último álbum de la banda con la formación original, 13, se encuentra a Blur experimentando con la electrónica y la música gospel.
En mayo de 2002, el miembro fundador Graham Coxon dejó la banda a principios de la grabación de las sesiones Think Tank, el séptimo y último álbum. Blur continúa en su ausencia, siendo vistos por última vez en su gira para el álbum Think Tank. Desde el final de su gira de 2003, la banda está inactiva, como banda están trabajando en proyectos en solitario. En septiembre de 2007, la banda se reunió con Coxon por primera vez en 5 años. En octubre de 2007, se publicó un mensaje en su página web diciendo que, si bien las relaciones son sanas entre los cuatro miembros, Damon Albarn descartó la posibilidad de volver a hacer un nuevo álbum. Sin embargo en octubre de 2008, Damon presentó opiniones contrastantes, afirmando que problamente se volverán a reunir para ensayar y ver como resulta la dinámica. Por ello, se ha especulado que es posible que graben un nuevo álbum de estudio e inicien una gira. El 9 de diciembre de 2008, los rumores sobre una posible gira y la reunión del grupo se confirmaron; se presentarán el año 2009 en el Hyde Park[1] y planean más conciertos y posiblemente nuevo material

domingo, 27 de septiembre de 2009

ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS









































































































































Capítulo I: El descenso por la madriguera
Todo comienza cuando Alicia (la niña) se encuentra sentada en un arbol al aire libre aburrida junto a su hermana. La hermana leía un libro "sin ilustraciones ni diálogos", lo que hace que Alicia divague por el tedio.
Repentinamente, aparece junto a ella un conejo blanco[10] vestido con chaqueta y chaleco; que corre murmurando que llega tarde, mirando su reloj de bolsillo. Alicia se interesa por él y decide seguirlo e incluso entrar a su madriguera. La madriguera resulta ser un túnel horizontal más profundo que lo esperado, el cual súbitamente se convierte en un pozo vertical sin asidero alguno, por donde Alicia cae durante mucho tiempo recordando a su gato, y cosas que aprende en su escuela y preguntándose si algún día llegará al suelo. En el trayecto, Alicia se pregunta si el túnel la hará llegar a las "antipáticas", confundiendo el término con las antípodas.
Al finalizar su caída y sin haberse hecho daño, Alicia entra en un mundo de absurdos y paradojas lógicas. El conejo había desaparecido, y Alicia encuentra una pequeña botella, la primera de varias que encontraría en su aventura, que sólo dice «BÉBEME», lo que Alicia hace atraída por la curiosidad. La poción encogió a Alicia hasta hacerla medir veinticinco centímetros de altura.
A continuación, Alicia intenta abrir una pequeña puerta para continuar explorando el mundo nuevo. A través de la puerta se atisba un atractivo jardín, pero la llave que abre la puerta está sobre una mesa que Alicia no puede alcanzar, debido a su nueva estatura. La niña intenta entonces recuperar su estatura original, comiendo un pastel que encuentra con el letrero «CÓMEME».

Capítulo II: En un mar de lágrimas
El pastel tiene el efecto esperado, y Alicia crece más de dos metros. Con su nueva altura, la niña consigue tomar la llave, pero al no parar de crecer, choca contra el techo y queda imposibilitada de acceder a la puertecita. Alicia comienza entonces a llorar, llenando la habitación con un charco de lágrimas de diez centímetros de profundidad. En eso, el Conejo Blanco pasa nuevamente frente a Alicia, apresurado. Sin querer, el conejo dejó caer un abanico, que Alicia utiliza para refrescarse. El abanico resulta ser mágico, pues consigue que Alicia comience a encoger de nuevo, hasta que lanza lejos el abanico para detener el proceso.
El charco de lágrimas es ahora un mar donde Alicia se ve forzada a nadar para no ahogarse. A su lado pasa nadando un ratón, y Alicia intenta entablar conversación con él. El Ratón se ofrece a guiarla hasta la orilla. En el camino, Alicia ve que otros animales también se encuentran nadando y tratando de salir del mar de lágrimas. Entre los animales, Alicia distingue a un Pato, un Dodo, un Aguilucho y un Loro.[11]

Capítulo III: Una carrera en comité y un cuento largo y con cola
En este capítulo, Alicia y los animales consiguen llegar a tierra firme. El Dodo organiza una carrera para secarse. La carrera no tiene reglas ni duración definida, salvo correr en círculos, lo que hacen todos hasta quedar secos. El Dodo también decide declarar ganadores de la carrera a todos los participantes, y decide que Alicia es quien otorgará los premios. Ante el acoso general, Alicia hurga en sus bolsillos y encuentra varios confites, que reparte entre todos. Como la niña también fue ganadora de la carrera, pero no recibió confite, su premio es un dedal que ella misma tenía en el bolsillo, y que da al Dodo para que, simbólicamente, éste entregue el premio.
El capítulo finaliza con el relato del Ratón, donde explica la razón de su odio hacia los gatos y los perros. Imprudentemente, Alicia menciona a su gata Dina y su habilidad para cazar ratones, consguiendo así hastiar a todos los animales, que se retiran hasta dejar a la niña sola nuevamente. El nombre del capítulo es un juego de palabras en inglés. En este idioma, el Ratón cuenta un "cuento", o tale, y Alicia se confunde con la palabra tail, cuya pronunciación es casi igual, y significa "cola".

Capítulo IV: La habitación del Conejo Blanco
En este capítulo, tras haberse quedado nuevamente sola, Alicia ve pasar nuevamente al Conejo Blanco. El animal está buscando su abanico desesperadamente, y al ver a Alicia, la confunde con su criada Mary Ann, y le exige que vaya a buscar el abanico a su casa. Alicia obedece, fingiendo ser Mary Ann, para no entrar en discusiones; y llega a una casa en cuya puerta dice "C. BLANCO". Cuando Alicia entra, sube a un cuarto donde encuentra el abanico, y otra botella con líquido. A pesar de que la botella no tenía letrero alguno, esta vez Alicia bebe por curiosidad, ya que todas las bebidas de ese mundo le han provocado efectos sorprendentes. Esta no es la excepción, y el tamaño de Alicia aumenta hasta hacerla quedar atorada dentro de la habitación. Cuando el Conejo Blanco llega a reclamar su abanico, solo ve un enorme brazo saliendo de la ventana en el piso superior de su casa. El conejo va entonces a pedir ayuda, ignorando que el brazo pertenece a una níña gigante; y la multitud que se reúne afuera comienza a proponer varias soluciones para retirar al brazo, llegando a proponer el prender fuego a la casa. El capítulo termina cuando la multitud comienza a arrojar panecillos mágicos por la ventana. Alicia come algunos y disminuye de tamaño hasta poder salir de la casa. Alicia huye de la multitud y se pierde en un bosque cercano, donde se detiene frente a una seta gigante.

Capítulo V: El consejo de una oruga
Encima de la seta gigante, Alicia encontró sentada a una oruga azul, fumando un narguile. La Oruga, de manera prepotente, interrogó a la niña sobre su identidad. Ésta no pudo responder de una manera sencilla, pues consideraba que tras haber cambiado de tamaño varias veces, su propia identidad se había perdido y en ese momento ella misma ya no sabía quién era. Ambos personajes discuten entonces hasta volver al punto de inicio más de una vez. Finalmente, Alicia expresa su inconformidad con su estatura actual de siete centímetros, al considerarla una birria. Como esa era la altura de la Oruga, el animal se retira ofendido, no sin antes indicarle a Alicia que la seta también puede afectar su estatura, para disminuirla, si comía de un lado de la seta; o para aumentarla, si comía del otro. Como Alicia no podía saber qué lado era cual, cortó dos pedacitos de los extremos opuestos. Al probarlos, los pedacitos surtieron el efecto esperado: uno hacía que Alicia encogiera, mientras que el otro estiraba su figura, desproporcionándola. Alicia tuvo que comer varias veces de cada uno de los pedazos hasta alcanzar una estatura satisfactoria. Finalmente, Alicia vio una casita de un metro y veinte de altura, a la que decidió llamar, por lo que ajustó su estatura a veinticinco centímetros.

Capítulo VI: Cerdo y pimienta
Antes de que Alicia se decidiera a aproximarse a la casita, surgió del bosque quien parecía ser un lacayo, pero con cabeza de pez. El lacayo llamó a la puerta y apareció un segundo lacayo, con cabeza de rana. Alicia escuchó que el Lacayo Pez traía una invitación para la Duquesa, dueña de la casa, de parte de la Reina de Corazones, para jugar al croquet. Acto seguido, el Lacayo Pez se fue, y el Lacayo Rana se quedó sentado fuera de la casa. Alicia quiso primero llamar a la puerta para entrar, y segundo que el Lacayo Rana le abriera la misma. Sin embargo, el Lacayo Rana no tenía intenciones de abrir la puerta, ni de conversar con Alicia, por lo que la niña simplemente abrió la puerta ella misma y entró a la casa.
Dentro de la casa estaba la Duquesa, sosteniendo a un bebé, y junto a su cocinera que preparaba una sopa que, a juzgar por el ambiente, tenía demasiada pimienta. También estaba en el suelo un gato sonriente, al que la Duquesa presentó como un gato de Cheshire. La Duquesa entregó al bebé a Alicia para que lo arrullara un poco, y aprovechó para desaparecer arguyendo que debía asistir al juego de croquet de la Reina. Cuando Alicia intentó mecer al bebé, que se movía incansablemente, éste comenzó a transformarse en un cerdo. Alicia salió de la casa y puso al cerdo en libertad. La niña continuó su camino por el bosque, donde reencontró al Gato de Cheshire, quien la invita a visitar al Sombrerero o a la Liebre de Marzo. Alicia decide ir a la casa de esta última.

Capítulo VII: Una merienda de locos
Cuando Alicia llega a la casa de la Liebre, observa que ésta, el Sombrerero y un Lirón se encuentran tomando el té al frente de la casa. Alicia se une a los comensales, y comienza a conversar con ellos. En el transcurso de la conversación, Alicia menciona que la fecha es 4 de mayo (coincidentemente, es la fecha de nacimiento de Alice Liddell). Los personajes hacen una serie de acertijos y confunden a Alicia con su aparente falta de lógica, hasta que la niña abandona el lugar, convencida de haber asistido al "té más insufrible" que había visto en su vida. A continuación, Alicia encuentra una puertecita en un árbol, la cual atraviesa para entrar al jardín de croquet.

Capítulo VIII: El croquet de la reina
El rey y la reina de corazones, así como sus súbditos, son naipes de una baraja inglesa. Aunque los corazones son el único palo mencionado expresamente en el texto, gracias a las ilustraciones de este capítulo se deduce que los palos de tréboles, picas y diamantes también se encuentran en el jardín. En la entrada del jardín, Alicia encuentra a un trío de jardineros pintando un rosal.
Los jardineros habían plantado un rosal blanco donde debía haber uno de color rojo, por lo que estaban pintando las rosas apresuradamente, antes de que la reina descubriera el error. Sin embargo, los reyes de corazones y su cortejo pasaron por allí. La reina, al descubrir la treta de los jardineros, ordena que sean decapitados. Para evitarlo, Alicia esconde a las cartas en una maceta, y los verdugos, para salir del aprieto, hacen creer a la reina que ya cumplieron con la sentencia. La reina ordena entonces que la comitiva vaya hacia donde se jugará al croquet, invitando a Alicia a participar en el juego. Alicia acompaña al grupo, y percibe que a su lado va el Conejo Blanco, quien estaba aterrado por la imponente presencia de la reina. El Conejo casi no habló en el trayecto, más que lo suficiente para informar a Alicia que la Duquesa había sido hecha prisionera por llegar tarde al juego.
Una vez en el campo, Alicia vio que el juego tenía características peculiares: en vez de bolas, se usaban erizos; y en vez de mazos, flamencos. Tampoco había arcos, pero en su lugar, los naipes se colocaban en cuatro patas para marcar el curso del juego. Todo el mundo jugaba sin ningún orden, discutiendo continuamente, los erizos escapaban cuando podían, y la Reina de Corazones ordenaba que le cortaran la cabeza a todo el que se le ocurría.
En medio del caos, apareció en el aire la cabeza del Gato de Cheshire, y Alicia se sintió aliviada de poder conversar con alguien conocido. El Rey de Corazones se sintió intrigado por el gato. La reina, al ver al gato, como era su costumbre, ordenó que le cortasen la cabeza. El verdugo y el rey se confundieron terriblemente pues el gato sólo había hecho aparecer su cabeza y no era evidente que hubiera un cuerpo de dónde cortarla. Alicia sugirió que para aclarar la confusión, habría que preguntarle a la Duquesa que, al fin y al cabo, era la dueña del gato. La reina ordenó entonces que se liberase a la Duquesa de la cárcel. Sin embargo, cuando la Duquesa llegó al jardín, el gato había desaparecido nuevamente.

Capítulo IX: Historia de la Falsa Tortuga
En este capítulo, la Duquesa se porta muy amable con Alicia, contrariamente a lo relatado en el capítulo VI, lo que hace a Alicia pensar que tal vez la pimienta tiene un efecto negativo en el carácter de la gente; concluyendo también que el vinagre y la manzanilla deben ser también negativos, y es preferible el consumo de azúcares y golosinas para tener buen carácter. Alicia notó, además, que la Duquesa era feísima. Mientras Alicia y la Duquesa conversaban amistosamente, llegó la Reina de Corazones y ahuyentó a la Duquesa, quien no vuelve a aparecer en la obra. En ese momento, la reina parece haberse olvidado del juego de croquet, del gato y de sus súbditos, pues lleva a Alicia ante un grifo durmiente, y le pide a éste que lleve a la niña a donde se encuentra la Falsa Tortuga, para que le cuente "su historia". El Grifo[12] obedece, y transporta a Alicia a donde se encuentra una criatura sollozante, con caparazón de tortuga, pero cabeza y patas de novillo.[13]

Capítulo X: La cuadrilla de la langosta
En este capítulo, la Falsa Tortuga canta una canción sobre un baile de langostas en el fondo del mar. Alicia, por su parte, narra sus aventuras desde que cayó por la madriguera del Conejo Blanco. El Grifo y la Falsa Tortuga escuchan hasta el encuentro con la Oruga Azul, y encuentran que la historia es muy extraña. La Falsa Tortuga canta entonces una canción sobre la sopa de tortuga, y súbitamente son interrumpidos por un grito lejano, que anuncia el comienzo de un juicio. El Grifo toma a Alicia y la lleva corriendo al juicio, mientras la Falsa Tortuga se queda, terminando su canción.

Capítulo XI: ¿Quién robó las tartas?
Cuando Alicia llega a donde se efectuará el juicio, ve que se ha constituido un jurado de animales frente a los tronos del Rey y la Reina de Corazones; alrededor de los cuales estaba el mazo de naipes y una multitud de animales espectadores. El acusado era la Sota de Corazones, y el Conejo Blanco fungía de heraldo de la corte. Según un poema recitado por el conejo, la Sota era acusada de haber robado las tartas que la reina preparó en un día de verano. El Sombrerero fue llamado como primer testigo, y acudió acompañado de la Liebre de Marzo y el Lirón. El testimonio del Sombrerero rápidamente derivó en una discusión con el Rey de Corazones, quien estaba intrigado por la etiqueta del sombrero,[14] y por el té que el Sombrerero tomaba antes de llegar. Mientras esta discusión tenía lugar y los personajes dejan de prestar atención al juicio, Alicia comienza a crecer repentinamente. El capítulo termina cuando el Conejo Blanco llama a Alicia como siguiente testigo.

Capítulo XII: La declaración de Alicia
El capítulo final comienza narrando la participación de Alicia en el juicio. Habiendo olvidado que súbitamente recuperó su altura normal, se levanta para comparecer como testigo y derriba sin querer todo a su alrededor. El testimonio de Alicia termina en seguida, al preguntarle el rey qué sabe de este asunto, a lo cual Alicia responde que nada. Acto seguido, el Conejo Blanco lee la última prueba de la que dispone: una carta sin firma que, en forma de poema, describe cómo las tartas regresan a su dueña original. Cuando el rey analiza los versos, todos ven que las tartas, en efecto, se encuentran sobre la mesa. La reina, sin embargo, insiste en dar una sentencia a la Sota, incluso antes de escuchar un veredicto del jurado. Alicia encuentra absurda la situación, y la reina ordena entonces que sea decapitada. Cuando las cartas saltan para atacar a Alicia, ésta vuelve súbitamente al regazo de su hermana.
El lector percibe entonces que la niña se había quedado dormida, y que tras el sueño fantástico, despertó al sentir que unas hojas de árbol caían sobre su rostro. Acto seguido, Alicia cuenta el sueño a su hermana, y va a prepararse para tomar el té vespertino. El capítulo termina narrando cómo la hermana de Alicia se queda bajo el árbol, recordando la historia que Alicia relató.

domingo, 20 de septiembre de 2009

NAN GOLDIN









































































































































































































































































































































































































































































































































































































































Nan Goldin es una artista estadounidense, renovadora de la fotografía documental y narradora de la escena contracultural de Nueva York de los años 70 y 80.
Goldin nace en 1953 en una familia de origen judío en Washington D.C., pero crece entre varias familias adoptivas de distintas ciudades de Nueva Inglaterra, después de que su hermana se suicidara. Poco después, Goldin entra en una escuela experimental del área de Boston, la Satya Community School. Cuando tiene 15 años, tiene su primer contacto con la fotografía en la escuela; dos años más tarde, cuando empiezan los años 70, Goldin ya aparece como una aspirante a fotógrafa profesional inspirada, según ella misma, "en las imágenes de las revistas de moda".
Por esa época, Goldin empieza a frecuentar la comunidad de Provincetown, un destino de vacaciones de Massachusetts muy popular entre los homosexuales de la Costa Este estadounidense. Allí, la artista conoce a los que habrían de ser habitantes y protagonistas de sus fotografías durante los siguientes 20 años: Bruce, Sharon, Cookie, Waters...
Poco después, Goldin ingresa en la Escuela del Museo de Bellas Artes de Boston, donde se gradúa en 1978. En su promoción también estudian artitas reconocidos como Philip-Lorca diCorcia y David Armstrong, al que había conocido en Satya y que habría de convertirse en uno de los grandes cómplices de Goldin. En esa época, además, la fotógrafa empieza a trabajar con películas de color y a emplear luces de flash.
Con ese equipaje, Goldin abandona Boston y se establece en el barrio de Bowery, en Manhattan, donde se topa con el estallido del punk y la aparición paralela de decenas de impulsos contraculturales. En Nueva York, la fotógrafa encuentra el gran tema de su obra: la narración de la vida sentimental y sexual de ese ambiente. Goldin, de hecho, se califica a sí misma como «fotógrafa documentalista».
Para emprender esa narración, Goldin trabaja con series de fotografías que cuentan desde dentro la vida de sus amigos: inciación, plenitud y dependencia sexual, depresión, pobreza, amor, soledad, violencia, enfermedad... Para enfatizar el efecto narrativo, Goldin presenta esas imágenes en películas que muestran las fotografís sucesivamente. La más famosa de ellas se llama La balada de la dependencia sexual (título tomado de una canción de Bertolt Brecht), y ya muestra el efecto devastador del sida sobre esa generación en 1986. Una de sus series posteriores, La balada desde la morgue insiste en el mismo tema.
Tanto es así que, poco después de presentar La Balada de la dependencia sexual en Europa, Goldin ingresa en una clínica de desintoxicación, donde sigue trabajando. Allí, el autorretrato se convierte en uno de los temas recurrentes de su obra. Más tarde, la fotógrafa rodaría un documental autobiográfico, I'll be your mirror, que toma su título de una canción de la Velvet Underground.
Poco después de salir de la clínica, en 1991, Goldin abandona los Estados Unidos y se marcha a Berlín para cuidar de su amigo Alf Bold, enfermo de sida. Desde entonces, la fotógrafa vive entre la capital alemana, París y Yale, donde es profesora.
En el año 2007 recibió el Premio internacional de la fundación Hasselblad por su obra